lunes, 11 de julio de 2011

¡EL ENCANTO DE LOS VIEJITOS! !


Si usted está que llega, o ya 
llegó a los 50,  cuídese de todo, de todos y de todas. 
Usted está en sus bodas de  oro de nacimiento, y ha 
llegado a una "tal" edad dorada, que no es otra cosa 
que  la época en que todo comienza arrugarse,  
agacharse y aperezarse; es el indefectible e 
incontenible inicio del declinar de la existencia.

No se trague el cuento de que usted está en su mejor
edad. Eso fue a los 30 o a comienzos de los 40, cuando 
repetir de todo no solo no hacía daño, sino que era 
posible y hasta motivo de orgullo y de jactancia.

Pero a los 50, "repetir" es palabra maldita y prohibida. 
Veamos: ¿Repetir  qué. . . matrimonio?  !Con qué y a 
qué horas!  ¿Repetir sancocho? !Agriera  segura! 
¿Repetir frijoles?  ¿Y los gases qué?  ¿Repetir el acto 
sexual?

!Será dentro de una semana!

Después de los 50 no hay devuelta posible. ¿Volver a
empezar? !Con que tiempo!  ¿Volver a ser papá?  No
seas ocioso.... ¿Volver a trotar? !Infarto seguro!
¿Volver a nadar? Será flotar... ¿Volver a cantar?
!Te ahogarás, mi vida! ¿Beber como antes? Párale
bolas a la cirrosis, ve!

Después de los 50 todo es grave, de cama, de muerte.
Un catarro es una bronquitis; un resfriado, una
neumonía; una tos, una tisis; un golpe, un hematoma; 
un chicharrón, diente partido.

A partir de los 50, un dolor de cabeza es un derrame; 
un dolor muscular,  gota; dolores en las manos, artritis; 
un olvido pendejo, mal de Alzheimer;  una tiritada, 
Parkinson; un estornudo, tuberculosis.

Una oclusión intestinal, después de los 50, es cáncer de 
colon; un dolor de  muelas, caja a la vista; sed, diabetes; 
un kilo de más, escoliosis; un kilo de menos, ¿será 
leucemia?; una orinada a media noche, próstata.

A los 50 lo que no crece, se cae. El que sabemos, por 
ejemplo, fiel cómplice de ternuras en otros tiempos, es 
ahora perezoso y desvergonzado, especialista en 
contradecir tus arrestos, haciéndote quedar muy mal.

A los 50 todo es peligroso; sonarte fuerte, hemorragia 
nasal; visión  borrosa, cataratas; cera en los oídos, otitis; 
insomnio, ataque depresivo; un pelo en la peinilla, 
calvicie; dolor en la nuca, osteoporosis.

Si después de los 50 usted se despierta y no siente nada, 
es porque está muerto. Si le da daño de estómago, le  
tienen que poner suero. Si frena en amarillo, le dan por 
detrás. Si le ponen trabas al renovar el seguro de  vida, 
consiga siquiatra.

No es por mortificarlo compañero, pero es mejor que sea 
consciente de lo que le espera, para que vaya organizando 
su testamento y escogiendo un buen lugar en su 
cementerio favorito. No sea que a su pobre 
familia le toque decidir todas estas cosas en momentos de 
apremio. Claro, puede que llegue a  los 80, pero no le 
recomiendo confiarse demasiado; y en todo caso, nunca  
será lo mismo.

Tenga en cuenta que este texto debió ser ampliado, pues 
su autor no previó  que a los 50 ya la ceguera, además de 
la presbicia, son inevitables.
 
ASOCIACIÓN DE VIEJITOS CHÉVERES 

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